lunes, 12 de enero de 2009

El detergente bactericida una amenaza para la vida

El jabón es un invento antiguo surgido de la preocupación de eliminar la suciedad y protegerse de los gérmenes y las bacterias mediante la espuma que dejaba la superficie de la piel suficientemente resbaladiza para que el agua del aclarado arrastrara a los microbios junto a la suciedad y las grasas de la piel.
A partir de la Segunda Guerra Mundial aparecen jabones, geles de ducha y detergentes que eliminan los gérmenes con sustancias químicas añadidas que contienen surfactantes; estos aditivos aumentan la espuma y la solubilidad y tienen características antibacterianas y germicidas.
Estudios recientes han descubierto y demostrado que el jabón bactericida no puede considerarse más eficaz ni combate mejor los gérmenes que otros jabones comunes. En realidad, muchas son sus desventajas, ya que contribuye a reducir el éxito de los efectos de las medicinas en enfermedades serias. Los detergentes bactericidas, de la misma forma que afectan a la salud de los humanos, perjudican el medio ambiente.

De producto natural a producto químico

La mayoría de los jabones eliminan la grasa y otras suciedades debido a que algunos de sus componentes son agentes tensoactivos, o sea una estructura que permite al jabón reducir la tensión superficial del agua (incrementando la humectación) y capturar y hacer solubles en agua sustancias que normalmente no lo son.
El uso del jabón se pierde en la noche de los tiempos aunque inicialmente, por el testimonio del mundo egipcio y grecoromano era una mezcla de agua, aceite y ceras vegetales o animales. En el siglo VII y resultado de la transferencia cultural musulmana existía una potente industria en España e Italia. Se debe a la ciudad italiana de Savona la elaboración de un jabón con aceite de oliva. En el siglo XV aparece el jabón de Marsella, el precursor de los jabones actuales, preparado con una mezcla de huesos (ricos en potasio) y grasas vegetales. La región mediterránea ha contado con una rica tradición en la elaboración del jabón por la abundante presencia de aceite de oliva y de sosa natural. El desarrollo de la industria química después de la Segunda Guerra Mundial es el origen del jabón dermatológico, los geles y los detergentes tanto en polvo como líquidos.
Hoy los detergentes constituyen un importante problema ambiental que a pesar de los esfuerzos para reducir sustancias contaminantes como los fosfatos y otras todavía sigue causando estragos en las aguas por los constantes aditivos como es el caso de las sustancias antibactericidas.


Detergentes sintéticos contra jabones naturales
Los detergentes se desarrollaron a principios del siglo XX en Alemania como necesidad a la escasez de grasas provocada por las penurias después de la Primera Guerra Mundial. Conocidos simplemente como detergentes, los detergentes sintéticos son productos no jabonosos para lavar y limpiar, que son "sintetizados" químicamente a partir de una variedad de materias primas. Los primeros detergentes eran usados principalmente para el lavado manual de platos y de ropa fina. El auge de los detergentes se inicia en los Estados Unidos cuando se fabrica en 1946 el primer detergente "estructurado", producto de la combinación de un espumante y de compuestos de fosfatos que mejoraban su poder para sacar manchas y lavar ropa muy sucia. Sin embargo, en la producción de detergentes se queman combustibles fósiles que contaminan la atmósfera. Los residuos de la producción contaminan las aguas si se llegan a infiltrar, y además cada vez que alguien se lava, el jabón y su contenido contaminante circula por las cloacas en forma de aguas residuales que no siempre reciben el tratamiento adecuado antes de diluirse nuevamente en los ríos o el mar.

Genera resistencias contra los medicamentos
Pero lo más alarmante en el desarrollo de los detergentes es que se están convirtiendo en agentes que contribuyen a la aparición de bacterias resistentes a los fármacos. Por este motivo se recomienda que se evite el uso de detergentes antibacterianos en el hogar. Como consecuencia muchos antibióticos y otros preparados utilizados para combatir enfermedades muy peligrosas, como por ejemplo la malaria, la tuberculosis y la neumonía, ya no son tan eficaces como lo eran antes. El uso habitual del detergente bactericida incrementa la resistencia de los gérmenes a la acción de los antibióticos utilizados en un tratamiento médico.
El triclosán que es una sustancia que la mayoría de los detergentes bactericidas contienen, destruye determinados enzimas de la membrana celular de las bacterias, con lo que no pueden reproducirse. Estas enzimas son precisamente las que ataca el antibiótico Isoniazida, uno de los antibióticos más usados en el tratamiento de la tuberculosis debido a su eficacia y bajo coste y considerado como un fármaco de primera elección..
El triclosán puede provocar también náuseas, vómitos y diarreas si se llega a ingerir. Confundir una botella de detergente por algún refresco algo común para los niños a causa de las crecientes tendencias a incorporar olores y sabores de frutas en algunos detergentes; otra razón más para evitar el uso de detergentes antibacterianos en nuestros hogares.

No es sólo bactericida sino también microbicida
Aunque la mayoría de detergentes son etiquetados como bactericidas, por lo general casi todos son productos microbicidas. Productos que atacan a las bacterias, pero también a los virus.
Las repercusiones mundiales que pueden derivarse son difíciles de predecir, debido a que el mercado mundial del detergente crece cada día, especialmente en Asia y el Pacífico. Se espera que el desarrollo económico en esta área aumente la demanda de los detergentes, incluyendo los bactericidas y microbicidas. En China y en la India, especialmente, se esperan consumos espectaculares puesto que el detergente líquido se considera un producto de lujo y apetecible.

La mejor defensa es la información
Si quieres defenderte tu mismo contra los gérmenes no hay como la información. Aunque, realmente no hay mejor prevención antibactericida que el jabón común y el agua templada.
El detergente bactericida genera un sentimiento de falsa seguridad, como si eliminara todas las bacterias, pero sabemos que las bacterias están por todos partes y la mayoría no son nocivas, es más muchos microorganismos son beneficiosos (bacterías fotosintéticas, levaduras, las bacterías lácticas, etc.).
La industria produce aquello que demanda el mercado y con lo que puede obtener ganancias. Si los consumidores dejan de comprar detergentes y productos domésticos microbicidas se inducirá a que la industria reduzca la promoción y producción de estos productos en todo el mundo con el tiempo. El uso de detergentes y lociones bactericidas debería ser exclusivo para personas enfermas o casos especiales.
Un estudio reciente demuestra que personas que viven en granjas y están expuestas al polvo y a los gérmenes de forma habitual tienen menos probabilidad de sufrir asma o alergias. Se opina que la exposición a bacterias, hongos y polvo de forma ordinaria puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico de los niños. Los detergentes bactericidas son, contrariamente a lo que su denominación pueda parecer, la llave para un mundo más frágil al efecto letal o pernicioso de algunos microorganismos patógenos.


FUENTE: http://www.terra.org/articulos/art01014.html

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